Sobre el vídeo.


Ahora entiendo por qué en numerosas ocasiones se ha llamado a esta asignatura “claseterapia”, pues seguramente en esta clase habremos pasado momentos que podrían haber servido claramente de ejemplo para muchos orientadores, psicólogos… y profesores.

¿Por qué he metido a los docentes en este “saco”? Sinceramente, pienso que, aunque no sea correcto que un psicólogo trate de ser el mayor educador de una persona, o un profesor no deba nunca traspasar las barreras en excesivo en cuanto al conocimiento de la intimidad de sus alumnos, sí que puede llegar a existir una cohesión en el aula de ambas posturas, algo que, en mi opinión, hemos experimentado yo y mis compañeros en esta asignatura a lo largo del curso.

El interés por el conocimiento, y la reflexión activa sobre nosotros mismos y sobre lo que sentimos en cada momento, ha sido la manera en la que hemos conectado con el arte durante estos viernes (y en los que todavía quedan), pues algo que me ha quedado claro de esta asignatura ha sido la obsesión (para mí espectacular) del arte por simbolizar todo aquello que es considerado importante por el artista, o que por lo menos este ha tenido en cuenta en algún momento de su vida.

No os voy a mentir, la experiencia que hemos llegado a tener en esta materia desde febrero ha resultado ser bastante sorprendente e inesperada para nosotros, simplemente porque desde que hemos sido pequeños nos han acostumbrado a un modelo de educación y de enseñanza distinto, (e incluso yo diría “malévolo” e intimidatorio), que se ha perdido completamente en estas clases. Pero, ¿acaso esto es malo? Lo diferente siempre puede extrañarnos, o asustarnos… sin embargo, (no quiero ser “pelota”) debemos darnos cuenta de que lo minoritario, lo distinto… es lo que en un gran número de ocasiones repercute en mejor medida en nuestra educación, y con ello en nuestro futuro.

Las experiencias producidas en el aula me han hecho pensar en gran medida, al igual que el resto de mis compañeros, sobre quién soy yo, o quién me gustaría ser; y con esto no me refiero solamente a una cuestión moral o profesional, en la que lo perfecto siempre predomina por encima de todo lo demás, sino más bien a una cuestión de gustos o de preferencias de cada una de las personas, desde nuestra ideología hasta nuestro número o color favorito.

Así que ante este planteamiento, la pregunta con la que he decidido trabajar para la realización de este vídeo ha sido: ¿Qué pasaría si cada día no solamente cambiase nuestro aspecto o forma de vestir, sino también nuestra manera de ver el mundo, y con ello nuestra identidad?

Me gustó esta propuesta simplemente por lo atrevida y “rayante” que me parecía, aunque si lo pienso bien, esta vida tan loca y emocionante, debe ser sin duda la vida de un actor, teniendo este la misma identidad de artista que un coreógrafo, fotógrafo o pintor, los cuales con cada obra de arte pueden llegar a transformar completamente su forma de ser.

Por ello, las distintas personas que aparecen en este vídeo, siendo todas ellas una sola, muestran los distintos personajes que yo he tenido que representar a lo largo de mi cortísima experiencia teatral, conformando estos a su vez ahora una parte de mi identidad.

(No he podido publicar el vídeo, os dejo para sustituir esta imagen, que vemos todos los días en el tren al ir a clase. No tiene mucho que ver con esto, pero me gusta bastante).
                                                          (entre Fuencarral y Cantoblanco)
Celia.

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