Aire

                                                            (recuerdos de mi segunda piel)

He cambiado de estrategia. No me apetece estar todo el tiempo publicando en esta página reflexiones con el mismo nombre, e incluso con la misma enumeración, de actividades ya explicadas en mi página individual. Lo siento, trataré de alejarme a partir de ahora del orden y de la convencionalidad numérica todo lo que pueda. Esta tarde estoy en mi habitación, relajada, está lloviendo... por tanto, estoy inspirada (o eso creo). Por ello esta entrada está denominada como "Aire", porque me recuerda bastante a lo que estoy sintiendo ahora mismo en mi cara con la ventana abierta de la habitación.
Como comenté en la actividad de los mandalas, me gusta mucho la lluvia. No quiero parecer melancólica ni nada por el estilo, simplemente, tanto sol, y tan altas temperaturas, a veces me agobian. Y solo de pensar que cada año va a hacer más calor (por nuestra culpa, más que nada) se me seca la boca sin quererlo.
Ahora, después de haberme quejado por el tiempo atmosférico, empiezo a hablar de la foto colgada ahí arriba.
En la página individual, sin pensarlo, llamé a esta actividad algo parecido a: "Terrorífico... pero a la vez precioso"
¿Por qué la he querido llamar así? 
Siempre os estoy contando comentarios de mi familia que me llaman profundamente la atención, pero es que me sirven bastante para dar pie a lo que escribo en este blog. 
Cuando estaba cosiendo en mi casa mi segunda piel, la figura, tumbada en la alfombra del comedor, con mis medidas (más o menos) me recordaba a algo que en ese momento me pareció muy gracioso, así que se lo solté a mi madre y a mi hermano, que estaban tumbados en el sofá y extrañados por lo que estaba haciendo: "Ea, si me muero dentro de unos días, ya tenéis aquí estas telas para saber cuánto debe medir la caja en la que me vais a meter"
Los dos me miraron, y yo dejé de sonreír de repente por la cara que pusieron. Recuerdo que mi hermano dijo: "Mírala, qué graciosa la tía".
No pensé que esa frase les fuese a "llegar tan hondo". En fin, parece que a pesar de haber evolucionado tanto en algunos aspectos todavía no somos capaces de aceptar, e incluso reírnos o hablar de la propia muerte. Pienso que no deberíamos vivir con tanto miedo en cuanto a este tema, tan ridículamente tabú en nuestros días... (por supuesto, no me refiero a reírnos de alguien que ha muerto, sino de la muerte en sí... no sé si me estoy explicando).
El caso es que terminé mi piel, y al viernes siguiente nos reunimos todos para tenderlas en aquel porche (todo el mundo parecía asustado por la lluvia, sin embargo, yo me alegré).
Cuando vi el resultado del trabajo de toda la clase, me quedé bastante impresionada: un pasillo de telas con forma humana, silenciosas y ondulantes, se había formado en aquel patio. Esa visión me recordó a una especie de bosque de almas, que, a pesar de representar cosas positivas, me recordaban al tema que hablé con mi familia la noche anterior (no digo muerte, ya sabéis que la gente puede ser muy sensible).
Por eso digo que era terrorífico, y a la vez una imagen preciosa. No sé con cuál de estos aspectos quedarme. Conociéndome, seguro que con los dos.
Celia.

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