Actividad 6: "Limbo"


Si hay algo que de verdad he aprendido del psicólogo Piaget (1896-1980) es que el juego nos lo debemos tomar, sobre todo siendo futuros profesores de Educación Infantil, como algo bastante serio.

En la clase del viernes pasado estuvimos realizando una actividad relacionada bastante con la reflexión de nuestro propio cuerpo, del cual parece que solo nos fijamos cuando tenemos alguna enfermedad, cuando deseamos poder tener los ojos azules (no me preguntéis por qué los ojos claros suelen ganar a los oscuros en el "ranking" de preferencia del color de ojos) y así compararnos con los demás, o cuando queremos engordar o adelgazar. Por tanto, este era para mí un ejercicio que me permitía escuchar mi propio cuerpo, cosa que nunca solemos hacer de manera cotidiana.

Durante el tiempo en el que estuvimos recortando, cosiendo y pegando telas en nuestro "pseudocuerpo" realizado con diferentes materiales, hubo un momento en el que observé que entre mis compañeros e invitadas que vinieron a clase había surgido la idea de ponerse a jugar al limbo pasando por debajo de un tubo de cartón. 

No dudé en unirme a ellos, puesto que, a pesar de estar intentando concentrarme en ese instante cortando las telas que necesitaba para mi figura, pensé que no había mejor manera que escuchar también a mi propio cuerpo "poniéndolo en marcha" con aquel juego tan divertido y difícil a la vez (he de decir que nunca he sido una persona muy ágil, la verdad).

Pienso que el limbo siempre ha sido considerado como una actividad relacionada con la fiesta y la alegría, en el que el sentido de la vergüenza y el ridículo parece que no existen (cosa que a mí, personalmente, me maravilla y conmueve en gran medida).

Sin embargo, ¿pensáis que por jugar al limbo y por hacer el ridículo en nuestra aula fuimos irresponsables y no hicimos nada productivo? Sinceramente, yo no lo creo así, ni mucho menos.

No me considero una persona muy reflexiva y, aunque es cierto que debería hacerlo más, no suelo cuestionarme mucho sobre lo que sucede a mi alrededor ¿vaguería, tal vez? ¿miedo a pensar demasiado en relación con aquello que me gustaría cambiar y encontrarme con una gran desilusión por no poder hacerlo, lo cual también me haría ser una cobarde?

Sinceramente, no lo sé, pero volviendo con el tema del limbo, sí me gustaría comentar algo sobre lo que he estado pensando (al igual que muchas otras personas) desde hace bastante tiempo, y es que cada vez me da más a sensación de que los seres humanos en general tendemos a considerar aquello que nos divierte y nos gusta (y que puede ayudarnos a crecer al igual que cualquier otra actividad)como algo negativo e irresponsable. ¿Por qué actividades tan pequeñas y gratuitas como, por ejemplo, jugar al limbo, la masturbación... no las solemos aceptar socialmente? Si jugamos al limbo en clase para muchos puede ser sinónimo de "pasar el rato" sin estar haciendo nada efectivo; si nos masturbamos, los demás pueden vernos como personas desesperadas que no tienen a nadie que no sea ellos mismos para tener relaciones (como sí necesitásemos una pareja siempre para poder ser felices).

A lo mejor estoy siendo un poco brusca, y no sé si hay alguien que esté pensando ahora mismo si estoy loca o no, pero estoy harta de ver día a día conductas que llevamos a cabo que nos hieren a los demás y a nosotros mismos sin castigarnos apenas por estos comportamientos, cuando actividades que de verdad nos hacen disfrutar sin provocar ningún daño son tachadas por la sociedad y vistas como inaceptables.

Así que ¿sabéis qué os digo después de decir esto? ¡Que viva el limbo!

Celia.

Comentarios

  1. No sabía que se llamaba al juego en cuestión, el limbo, me gusta mucho la relación que haces con lo que pasaba en la clase, pues estaba la gente concentrada dibujando o cosiendo en torno al cuerpo, y Rita que también dibujó, se sintió muy atraída por esto del palo que habían mostrado los compañeros un momento antes y se le ocurrió que pasara toda la clase. Es verdad que de súper tímida pasó Rita a un poco a mandona, entre la foto colectiva y el limbo. Pero qué interesante me parece, cómo una niña de 7 años entró en la dinámica de nuestra clase, cómo la escuchamos todos y lo que desde ahí se produjo.

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